a José Velarde
En esta arena donde mis huellas
juegan con las olas, hace tiempo,
mucho tiempo, alguien llamado José
hizo castillos de versos y bañó
sus palabras inquietas en el mar.
Igual que yo vió el arcoiris
besar las blancas casas de un
pueblo pequeño y silencioso
y contempló el monótono caer
de la lluvia en los tristes
y solitarios días invernales.
Quizá algun día de primavera
recorrió en una barca el río Salado
o se perdió en el pinar del Colorado
llenando de aire puro sus pulmones.
Pero un día, un día cualquiera,
de cualquier año, se marchó de Conil,
lleno todo él de un pequeño pueblo
marinero que cada noche, en las sombras,
besa unos labios inmoviles y húmedos.
Cien años después, en este mismo lugar,
estos versos inseguros e imperfectos
quieren rendirle homenaje recordando
que "de la muerte", de su muerte,
"han surgido fecundos gérmenes de vida".
Jose Luis Rubio